El comportamiento de los niños es algo que muchas veces nos cuesta entender, y como adultos en muchas ocasiones no sabemos como gestionarlo.
Primero debemos entender que el objetivo de la conducta es el SENTIDO DE PERTENENCIA (conexión), ser importante, ser tomado en cuenta. El niño desde que nace va tomando decisiones en base a su sentido de pertenencia y trascendencia.
El niño percibe lo que le rodea, interpreta (a veces de manera inapropiada), crea su propia creencia y finalmente toma decisiones basadas en sus conocimientos, habilidades, motivación, etc.
La mala conducta no es más que la falta de conocimiento, la falta de habilidades efectivas, la falta de desarrollo de un comportamiento adecuado, la falta de motivación, y muchas veces un incidente que nos invita a regresar a nuestros cerebros primitivos, en los que la única opción es la lucha de poderes, ya sea para retraernos o no comunicarnos. A menudo, los adultos también carecen de conocimientos, conciencia y habilidades y regresan a esos cerebros primitivos al igual que los niños. Es por eso que la lucha de poder entre adultos y niños es muy común.
Dreikurs, nos habla del iceberg del comportamiento, donde la punta del iceberg es el mal comportamiento que se ve, pero debajo del agua está la creencia detrás del comportamiento. Puede ser estrés, necesidades especiales, desarrollo emocional, necesidad de conexión, algo físico…
Seguramente el mal comportamiento sería diferente si lo tomáramos como comportamiento por falta de motivación, comportamiento por falta de habilidades o comportamiento del cerebro reptiliano.
La mayor parte del tiempo el niño está actuando conforme a su edad, no se está portando mal. Y lo que sucede es que muchos padres, cuidadores o educadores también desconocen el comportamiento humano y el desarrollo infantil, por lo que tratan el comportamiento propio de la edad como si fuera una mala conducta. Muchos niños están siendo castigados por un comportamiento cronológicamente normal.
Por ejemplo, se castiga a un niño pequeño por ser desobediente, cuando su cerebro no está lo suficientemente desarrollado para comprender lo que se espera de él. Por el momento es incapaz de comprender la causa y el efecto de su acción.
¿Con qué frecuencia los niños se portan mal cuando están cansados o tienen hambre?
Las circunstancias a menudo no se pueden cambiar, por lo que debemos pensar en cómo se sienten el niño y los adultos antes de etiquetar la mala conducta. Igualmente, los niños no se han involucrado respetuosamente en la creación de rutinas, y quizás los adultos no se den cuenta de que dar órdenes invita a la rebelión y a la lucha por el poder. Por ello, es fundamental conocer otras herramientas que sí ayuden a mejorar la comunicación entre niño y cuidador.
Por eso, es importante que los adultos seamos los primeros en aprender a regular nuestro comportamiento para poder dar ejemplo a los niños y no dañar su autoestima. Cuanto antes entendamos nuestro comportamiento y el de los niños, antes podremos utilizar métodos alentadores y eficaces a largo plazo.
Rudolf Dreikurs, decía que un niño que se porta mal es un niño desalentado. Fue el que descubrió las cuatro metas equivocadas, que se fundamentan en la creencia errónea del comportamiento.
Estas serian las cuatro metas equivocadas:
1.- Atención indebida: “Pertenezco sólo cuando te mantengo ocupado”.
2.- Poder: “Pertenezco sólo cuanto tengo control y nadie me manda”.
3.- Venganza: “Me siento herido. Pertenezco cuando los demás sienten mi dolor”.
4.- Ineptitud asumida: “Siento que no pertenezco. No esperéis nada de mi”.
Cuando no entendéis en comportamiento de vuestro hij@, pensar primero en la edad que tiene, y luego en cual de las metas equivocadas se encuentra.
Cambia tu mirada, y cambiará la situación.